Álamo Sicomoro

El álamo sicomoro, o solamente sicomoro, es una de las especies arbóreas preferidas por paisajistas europeos desde hace más de 300 años para adornar avenidas, camellones y parques públicos en capitales europeas. Desde su registro hasta la fecha, los ejemplares de sicomoros más grandes alcanzan hasta los 30 metros de altura, presumiendo un robusto follaje y un tallo liso blanco, característico del álamo sicomoro.

Gracias a que es un árbol de rápido crecimiento, el sicomoro puede tener un tronco libre de ramas de hasta 5 metros, lo que permite el libre tránsito de personas y vehículos hasta de carga pesada por debajo de él sin el riesgo de que se presente algún percance.

Normalmente, el sicomoro será visto a las orillas de los ríos como el sabino y el sauce llorón, pues son especies arbóreas que prefieren suelos húmedos para desarrollarse con mayor rapidez.

Cabe recalcar que la madera del sicomoro ha sido utilizada desde tiempos ancestrales para fabricación de todo tipo de instrumentos y mueblería pues dicha madera es suave, liviana y fácil de tallar aunque no se recomienda para utilizarse en muebles expuestos a la interperie pues es propenso a la formación de moho en él. El sicomoro es incluso un árbol bíblico pues se comenta que fue plantado por Adán y Eva en el jardín del Edén y que antes de que fueran expulsados del paraíso, Eva tomó un ramito del árbol para tener un recuerdo del lugar.

El sicomoro es un árbol que su hoja se asemeja mucho a la del maple, sin embargo, si tiene características puntuales que la diferencían una de otra. La hoja del sicomoro es alternada, grande, verde, áspera, con tres a cinco óbulos y durante cierto tiempo soltará un polvito que a algunas personas les pudiese causar alergia. El fruto es una cabezuela café solitaria que puede medir hasta 3 centímetros de diámetro con vellos a su alrededor.

Como previamente comentabamos, es un árbol muy utilizado en la jardinería y la arquitectura paisajística, ya que es resistente a sequías no tan prolongadas y tolera muy bien la contaminación del aire.

Dentro de sus grandes virtudes, el sicomoro proyecta sombra en un corto plazo gracias a su rápido crecimiento y puede ser utilizado para reducir la carga solar que pega en los muros de casas o edificios.

Al instalar el álamo sicomoro, se deben tomar las siguientes consideraciones: Primeramente lo que debemos de hacer es preparar el pozo. En Viveros Tamez de Allende siempre procuramos construirlo de dimensiones 50% más grandes que las de la bolsa que cubre la raíz pues lo que haremos es rellenar el espacio sobrante con tierra negra para proveerle de nutrientes alrededor de la raíz y que esta se desarrolle con mayor facilidad. Ya listo el pozo, el sicomoro deberá manejarse con precaución y deberá ser colocado en el hoyo a nivel de suelo, procurando que de ninguna manera quede la base del tronco más abajo del nivel de la tierra y se ahogue la raíz. Una vez instalado el sicomoro y que el pozo esté relleno a su alrededor de tierra negra, pasamos a enrollar un pedazo pequeño de cartón alrededor de una parte media del tronco principal del árbol pues lo usaremos para sujetar el árbol con mínimo 4 cuerdas enrolladas alrededor del cartón y ancladas a 4 puntos cardenales en el suelo. Para terminar con la instalación del álamo sicomoro, procederemos a darle el primer riego que es vital para el árbol. Este primer riego debe ser muy basto, hasta encharcar el diámetro de la raíz del árbol. Después del primer riego, el primer mes (incluso hasta los primeros 3 meses, si se instala en canícula) deberá recibir riego diario, suspendiéndolo en caso de lluvia y buscando mantener únicamente la tierra húmeda, sin encharcarla para que no se haga lodo y se cuartee con el calor. Pasada esta etapa, 2 o 3 riegos a la semana bastarán para que se desarrolle el sicomoro a la perfección. Si estás interesado en conseguir el árbol sicomoro, puedes contactar a Viveros Tamez de Allende para una cotización y asesoría especializada.